AMANECE...
Amanece. Y el primer pensamiento
al decirte “Buenos días, Amor,
buenos días. Quiero amarte al albor
con albricias del más vivo momento”
ve crecer mi cuerpo en loco contento,
expandirse el alma -fuego y candor,
agridulces de dulzura y ardor-
y al hacerlo fuego, agua, tierra y viento
-pues tales elementos en mi mano
lo mismo de mi cuerpo se apoderan
que impelen a gritarte, Amor, “¡Te amo!”-
se vuelven imparables en reclamo
de lucha de pasiones que no esperan
pues solo el Big Bang toca cuanto amo.
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