Ni se suicidaron, ni se lanzaron al agua el 1 de Enero, ni los olvidaron... ni los abandonaron para llamar la atención y salir en la prensa.
Sin embargo, observando a los transeúntes no vi a nadie que no se detuviese, que no sacase una foto, que no probase el calzado adecuado a sus pies. Como si alguien antes que ellos, tal vez cansado del camino, tal vez compañero solidario, les hubiese dejado un aviso para que no se detengan con disculpas vanas
("que rompí los zapatos"), aparece la huella de vete a saber qué peregrinos.
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