domingo, 1 de agosto de 2010

Pura Vida



Y, SIN EMBARGO, PARECE QUE VE CON CLARIDAD EL CAMINO.


No, no es invidente ni clarividente; pero mira, observa, ve con claridad. No necesita tener los ojos abiertos ni cerrados para reconocer el camino. Posiblemente porque con los ojos abiertos a veces erró; posiblemente porque con los ojos cerrados decidió cuál era la mejor opción.

A lo lejos, puedes confundirla con una mujer blanca de pelo rubio, delgada, de facciones ya marcadas por la edad y la experiencia. A una distancia media, los complementos pueden confundirte y hacerte preguntar qué hace una “piel roja” por estos lares tan lejanos para Manitú. De cerca, te sorprende esa mirada que interroga a cuanto pasa a su lado, ese dejarse llevar por las circunstancias y las conversaciones del camino, ese acercamiento del que ha vivido –vivido- con y entre humanos.



Una vez más, pasé de largo por no desconectar de mis objetivos del Camino, ni de la naturaleza. Una vez más mis acompañantes iniciaron el rito del saludo.

Siempre que ha de darse un acontecimiento, la ocasión aparece y se da. Siempre que ha de darse un paso, el pie, con un simple acto reflejo, lo da.

La primera impresión que me dio fue de alguien que busca, que ha buscado y que sigue buscando en el camino. Luego se le escapó una expresión:

-¡Pura vida!

Más tarde, no pude evitar hacerle una pregunta.

Aún no acepto que cada vez que hacemos una pregunta sabemos la respuesta. Diría más: aún no acepto que las preguntas que hacemos son una invención de nuestra manía de verbalizar para llegar a las conclusiones que anidan en nosotros.

-Quiero hacerte una pregunta, no sé si impertinente, malintencionada o…

-¿Indiscreta? –bromeó ella.

Pero le hice una foto.

-¿Qué haces?

Se rió y cerró los ojos para que la cámara se volviera negra y no la sacase, o, de sacarla, salir en negativo.

-Ja-ja-ja.

Una risa muy diferente a una risa facebook o una risa twenti: clara, abierta, nacida de las entrañas y de la naturaleza.

-¿Por qué “pura vida”?

Y me abrió un poquito el alma.

Todo lo demás lo dibujé yo.

A color.

Laura.

4 comentarios:

J.J. Lunar dijo...

Misteriosa Laura, misterioso tú y lo más misterioso... ¡Esa soledad, tan solitaria, que va recorriendo contigo a solas el camino de Santiago!

Oye ¿Por qué tu soledad tiene siempre forma de atractiva circustancia?

Ja, ja, ja. Disfruta de tus vacaciones pero no te olvides de compartirlas con nosotros (a modo de testimonio, claro).

Un abrazo, compañero.

JJ

J.J. Lunar dijo...

Yo no sé cómo te lo montas para que tu solitaria peregrinación por los caminos de Santiago, termine siempre con atractivas estampas femeninas (Debe ser cosa de esa asoladora soledad con la que sales, además de con toda la familia).

Sigue disfrutando de tus vacaciones y, auqnue nos las cuentes con tan misterioso tratamiento, no te olvides de contárnoslas.

Un abrazo,

JJ

J.C. Martínez dijo...

Hola, JJ.
Un siglo después de tu comentario vuelvo del frigo (digo de mis perdidas realidades)

Bueno, la verdad es que Soledad tiene distintas formas de presentarse y no es culpa suya que a veces lo haga con mayúscula y a veces con minúscula; pero lo que sí ha sido siempre es muy femenina. ¡Pero tampoco vamos a cambiar el Diccionario de la RAE, ahora que cada vez es menos A y menos E, para que mis soledades sean más exigentes!

Un saludo, JJ.

J.C. Martínez dijo...

No me extraña que te preguntes si me llegan tus comentarios; pero es que soy más carnal que virtual.

Pue sí, JJ, la vida es un misterio, a veces indescifrable, a veces reconocible. En mi caso, siempre lo descifro y reconozco cuando estoy a solas, como bien observas.
Por lo demás, te dejaré sitio en el Camino por si alguna de las soledades del camino te deja inspirar.
Un abrazo y hasta el próximo coffee, que será pronto.