Anécdotas
Todos damos por supuesto que las anécdotas usan como vehículo la palabra, oral o escrita. Puede que sea cierto, pero también puede que las anécdotas se creen solas a partir de... una imagen, por ejemplo. Cierto también que, sea palabra o sea imagen, el soporte que la sustenta es una circunstancia especial -casualidad, encuentro, improvisación, huida de lo convencional... Pero no es menos cierto que las anécdotas, surgiendo del imprevisto creador, pueden ser imaginadas o recontadas a posteriori, y no sólo por el prurito de inventar, crear, imaginar, improvisar a raíz de, sino porque dicha palabra, o dicho personaje, o dicha acción, o dicha imagen es una anécdota en sí misma.
Tomemos, por ejemplo, esta imagen sacada durante el Camino.
¿Cuál sería tu anécdota respecto de ella?
Puesto que he tenido el placer de ser leído por tí, quizás también tenga el placer de poder leerte.
4 comentarios:
A tus órdenes. ¡Jo, cómo se nota que eres profe, ya estás mandando deberes!
Va por partes para que me quepa:
1ª parte:
Eran las cuatro de la tarde, un cielo plomizo planeaba el chaparrón con que sesgar el luminoso día y en medio del angosto camino de Santiago, en un pasaje que discurre pajizo por la estepa castellana, dos peregrinos restauraban proteínas y carbohidratos, sentados sobre descomunales fardos dejando adormecer sus doloridas plantas.
Uno de ellos, Alonso, ataviado con un peculiar estilo entre lo funcional y lo cómico (incluyendo a sus pantaloncitos cortos unas deportivas con calcetines) mascullaba con el escaso éxito que sus mándibulas ocupadas le permitían:
-Pancho ¿Aquello que viene no es muy grande para ser una vaca?
A su lado, oteaba con pereza un compañero más atento del hambre y el cansancio que de las nuevas genialidades que la imaginación eclosionara en la deficiente agudeza visual de Alonso
-Calla, si aquí no hay vacas ¡Será un tractor!
2º parte:
Ni un minuto de silencio cabía en pos de la respuesta que no satisfizo a Alonso. Sus piernas se balanceaban inquietas como las de un niño con urgencias en esfínteres y, a penas, un mordisco más al generoso bocadillo, cedió a la necesidad de la insistencia.
-Pues tú dirás lo que quieras, pero los tractores no tienen trompa ni orejas y aquello sí las tiene.
La insistencia de Juan comenzaba apremiar a Pancho quien de muy mala gana se esforzaba por distinguir los matices que apuntaba su compañero.
-Joder, pues no creo que Dumbo venga a hacer el camino de santiago ¿Dónde le ves tú la trompa? ¡Yo no distingo nada!
-¡Que sí, Pancho, que aquello es un elefante! ¿No lo ves? ¡Si está clarísimo, fíjate bien!
3º parte:
Varios "tira y afloja" amenizaban el bocadillo hasta que lo que quiera que fuese diese la vuelta y desapareciese antes de permitir su identificación, al amparo de la lejanía.
Alonso, protestó frustrado -¡Jo, ya se ha ido. Si es que estás más cegato que yo! Con esa filosofía tuya del pasotismo te estás perdiendo todas las extraordinarias sorpresas que te regala la casualidad
Pero Pancho, que no se presta a discordia si no le va vida en ello, respondió sin demasiado esmero
-Sepa vuesa merced que si no está buena, no da pasta o no se come, verlas o no verlas me da lo mismo, y mucho creo que a su ilustrísima también.
¿Realmente ha sacado vuesa merced todo eso de su cabeza con sólo ver la imagen virtual de la vaca escondida detrás de las pacas, alias fardos, donde los andariegos pelegrinos se recomponen de las durezas del camino?
Jo, pues voy a poner otra foto más, que a este paso me escribes un libro entero.
Gracias por tu humor, J.J., y por tu presencia constante.
Un saludo:
J.C
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